24 de agosto de 2010

Lecciones y riesgos

Cristián González bajó corriendo desde el cerro al campamento donde se encontraban los familiares de los mineros atrapados. Saltó las vallas de seguridad y se acercó a los familiares para gritar la información que se manejaba con sigilo. Están vivos, les dice. Otros mineros que  trabajaban en el grupo de sondaje le dijeron: Anda y  avísale a toda la gente nomás para que la gente no esté más nerviosa,  relata Cristián emocionado y contento. Aunque me reten, agregó.

La decisión de estos mineros rompe los protocolos establecidos por las autoridades y quedará como muestra del afecto compartido con los 33 atrapados y sus familias. Es un signo inequivoco de solidaridad nacida y fortalecida por las vivencias comunes y puesta a prueba en condiciones extremas.

Hace poco rato, hemos podido escuchar, algunos minutos de la conversación que las autoridades y responsables de las tareas de rescate establecieron con los mineros que se encuentran en las profundidades de la mina San José.

¿Nosotros teníamos unos compañeros que iban saliendo? ¿No sabemos si salieron o no? son algunas de las primeras preguntas que hace Luis Urzúa, jefe de turno y vocero en esta primera comunicación vía citófonos. Al escuchar los mineros atrapados que el resto del turno alcanzó a escapar y que se encuentran bien, es posible oír las exclamaciones y aplausos de alegría de los 33.

¿Qué pensar de ambos gestos? Amistad y solidaridad entre hombres y mujeres que reconocen en el otro una misma dignidad. Una solidaridad y una amistad que demuestra que es posible ponerse en el lugar del otro y por lo tanto, contraria a todo individualismo. Una solidaridad y preocupación que trasciende las nacionalidades. No olvidemos que entre los atrapados y quienes lograron salir en medio del derrumbe hay mineros bolivianos.

Una gran lección.

Que puede ser opacada por el sesgo que comienzan a adquirir en los grandes medios de comunicación las informaciones provenientes de la tragedia. El riesgo de banalizar mucho de lo que allí acontece está presente y se acrecienta. ¿Es el momento de entrevistar a grafólogos y “numerólogos”? ¿Cómo es posible que todo se quiera farandulizar con notas intrascendentes?

El riesgo de que se oculte y distorsione las verdaderas causas de la tragedia y que se olvide pronto la precariedad de las condiciones laborales existe.

Hay que estar prevenidos.

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