12 de agosto de 2010

El tiempo juega en contra

Los minutos, las horas, los días dramáticos transcurren arrastrando consigo la angustia y golpeando las esperanzas.

Una interminable semana se cumple desde que 33 trabajadores quedaron atrapados en una mina y de los cuales sólo sabemos que allí quedaron.

Hoy, cuando la inquietud sobre el destino de los trabajadores nos invade a todos -y las autoridades, organismos fiscalizadores y la prensa recuerdan acontecimientos similares- nos enteramos que en lo transcurrido del presente año en la región ya van 10 muertos y que el año pasado ocurrieron otras 10 muertes de trabajadores.

El drama de los mineros de Copiapó no es distinto al de todos los trabajadores. Por ello es urgente preguntarse, cuál es la lógica imperante en las empresas que determina y condiciona los accidentes. .

¿Cuántos trabajadores de la construcción mueren o quedan heridos en las faenas? ¿Cuántas mujeres y cuántos hombres sufren los efectos de los plaguicidas usados en las faenas agrícolas? ¿Cuántos son los pescadores que mueren porque deben salir, cada vez más, mar adentro pues las costas son prácticamente propiedad de las grandes empresas?

Hoy, ciertamente la desgracia que golpea a los mineros es lo más importante y esperamos que resistan y sean encontrados vivos. Pero no debemos olvidar que la precariedad laboral, la inseguridad tiene su explicación en la lógica de la ganancia y en el modelo que ha dejado a los trabajadores a su suerte y en manos del mercado.

Una forma de constatar qué es el neoliberalismo es observar las desgracias que caen sobre los trabajadores.

El tiempo sigue jugando en contra.

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