4 de mayo de 2006

Controversial Sabina en Chile


“Y les dieron las diez, las once y las doce de la noche” intentando conseguir una entrada para ingresar a alguno de los dos conciertos de Joaquín Sabina en Santiago de Chile. Mientras muchos vivían una frustración más, en el interior del teatro Caupolicán el cantautor español se encontraba con un público que colmaba las graderías, escuchaba sus temas y los coreaba y aplaudía de pie.

Un suceso musical y social que tiene como protagonistas principales al cantautor nacido en Jaén, España, en 1948 y a sus seguidores, que en número creciente, le manifiestan de mil maneras una lealtad a toda prueba. Un acontecimiento que sólo puede explicarse en el Chile de nuestros días, en que la vida transcurre a la velocidad de las carreteras. Una existencia que se inicia tempranamente en el transporte público o privado, continúa con la cotidianeidad del trabajo o su búsqueda, y se alimenta de las preocupaciones reales e inducidas. En definitiva, una subsistencia que se nutre de la oferta interminable de créditos bancarios como solución, y en la cual el descanso anhelado solo es una quimera frente al televisor. Así, el reloj del tiempo marca las horas, los días y los años.

En el boca a boca, en el trago a trago, en los bares…

Es en esta contextualidad que se realizan los dos conciertos de Joaquín Sabina, duplicando tanto sus presentaciones como el público asistente, en relación a sus presentaciones anteriores. “Joaquín Sabina en Chile el 6 y 7 de abril” decía la publicidad que anunciaba su regreso después de varios años. Pero la verdad es que Sabina habita nuestras ciudades desde, por lo menos, un par de décadas. Así lo confirma Salvador Gaete, editor de Carajo, una
revista literaria que cuenta con el aporte del Consejo Nacional del Libro y la Lectura: “Las expresiones del sabinismo en nuestro país tienen una larga data. Múltiples han sido hasta hoy las actividades culturales desarrolladas en torno a Sabina. Homenajes musicales en bares cada semana y constitución de colectivos literarios en los cuales se piensa su poética. Incluso sus crónicas fueron recopiladas en un libro. “Esta boca es mía”, editado por Ediciones B:”

Pilar Cepeda, periodista y encargada de prensa de AIS Producciones, empresa que trajo a Chile y organizó los conciertos, sostiene que “había una especie de “deuda histórica con sus seguidores chilenos” y reconoce que al ser Sabina un artista “casi de culto, sus discos no ocupan los primeros lugares de ventas”, sin embargo, “sus fans suman unas dos mil personas sólo en Santiago y que estos “se contactaron y trabajaron coordinadamente con la empresa en la difusión”

Las necesidades, las precariedades: ¡Cuidado Sabina con la cocaína!

“Calidad artística y contexto son condición indispensable para la sobrevivencia de un trovador” dice Francisco Villa, cantautor nacional, miembro de la generación de los 80 y que ha defendido con tesón su derecho a soñar. Y Sabina ha sobrevivido largo tiempo en los espacios de la limitada bohemia santiaguina que reúne a sabinistas que comentan su poesía, intercambian discos y videos y cantan sus canciones. Pese a que Patricia Maldonado, cantante que en otros tiempos tuvo amplios espacios televisivos, sostuvo que “a ese no lo conoce nadie”, refiriéndose a Sabina, la verdad es que los hechos la desmienten. En el boca a boca, en el trago a trago, en los bares y encuentros de desconocidos poetas se ha extendido el culto al icono post moderno del mundo de la noche, que revierte los fracasos y desnuda los laberintos urbanísticos por los cuales el individuo transita sus penas y sus búsquedas.

Y ello es así, porque Sabina, musicaliza los relatos críticos a un mundo que
sólo ve cifras y estadísticas ocultando al individuo y sus diarias desventuras.
Francisco Villa, señala, buscando explicaciones a la presencia cada vez mayor de Sabina, que éste hace un aporte al mundo de las ideas, que tiene una cosmovisión, del hombre, del individuo frente al mundo. Villa sostiene que el fenómeno de identificación social que se produce con Sabina “proviene del mundo de las necesidades y de las precariedades que tenemos nosotros. Necesitamos referentes que nos cuenten nuestra vida, como nosotros la estamos viviendo”

Para Salvador Gaete la identificación que produce Sabina radica en que “aborda el tema de las decepciones, del fracaso, de la rutina, del reinventarse cuentos todos los días, para relacionarse con el mundo” Incluso Gaete se pregunta lo interesante que “sería saber cuantos de los sabinistas terminaron sus carreras, si es que las estudiaron, cuantos viven la precariedad del trabajo, cuantos han enfrentado problemas de parejas” Y sus preguntas apuntan a descubrir cuanta desazón y desesperanza, desata la vertiginosa vida que llevamos.

La vertiginosidad de la vida parece ser el destino que oculta las miserias y cicatrices humanas en el crecimiento económico y el éxito a toda costa, y que solo se hacen visibles en la crónica roja de la ruptura delictiva o en la fragmentación constatada cuando algún indicador de educación, salud o vivienda se transforma en evidencia por su acción.

De fragmentaciones, cicatrices y rupturas…

Cicatrices y Rupturas. ¿Será que la música contiene y construye diversos mundos de experiencias humanas? La respuesta inmediata parece decir que sí. Salvador Gaete, señala que no existe individuo puro y exitoso, “que todos tenemos una relación con el fracaso y los desamores y que en las búsquedas por la superación hemos recorrido el mundo del vicio, del alcohol y las drogas” Y Sabina, que es un cantautor de ciudad despiadada, conocedor de sus vericuetos visibiliza estos mundos, haciéndose con ello “más creíble y cercano”, reafirma Salvador Gaete.

No existe en el mundo alguien que no asocie una canción, una melodía, un poema con algún suceso de su vida. La música parece ser una proveedora de elementos que las personas utilizan en la construcción de sus identidades sociales. El sonido, las letras y las interpretaciones, ofrecen maneras de ser, de comportarse y de mirar el mundo. También ofrecen modelos de satisfacción emocional, al trabajar con los afectos y permitir su apropiación para uso personal de una manera mucho más intensa. Cualquiera ha cantado, más de una vez, alguna canción de cuna o de amor, un himno, o recitado un poema que lo vincula afectivamente con la alegría, la pena o el dolor.

Francisco Villa argumenta que Joaquín Sabina es un mosaico y que su virtuosidad radica en sus textos, “es uno de los mejores constructores de textos en canciones. Es un poeta, “cuya poesía “se acerca a lo que nosotros conocemos como la antipoesía y su música es un soporte de algo mucho más fundamental, que es su concepto del mundo. Quizás allí se explica esa capacidad de vehiculizar de un golpe todo el mundo social vivido. El presente, las expectativas, el recuerdo de la biografía propia, las pasiones, la utopía, la cotidianeidad, todos y cada uno en un artefacto cultural.

La rebeldía de la canción de Sabina conoce de las biografías de muchos y de la propia. Para Gaete, en Sabina habita un alter ego que es “el de un vividor con un punto de vista. Sabina ha generado un personaje que “canta las canciones y puede o no coincidir con el que da las entrevistas”. Villa sostiene que Joaquín Sabina tiene un conocimiento personal de la vida que se traspasa a sus textos”, pero que Sabina “no opina desde la colectividad sino desde él mismo. Y ello le da toda la libertad para asumir luchas que incluso pueden ser contradictorias.

La estúpida ciudad despiadada.

Esa interpelación al hombre y su vida cotidiana parece ser el principal aporte de Sabina. Francisco Villa lo reafirma, “es una gran contribución, pues critica al hombre y su construcción: sea la hegemonía imperialista o el sarcasmo a lo
que fue el socialismo real”. Busca desnudar y ridiculizar la construcción estúpida y por contrapartida relevar al hombre que tiene una construcción o proyecto distinto o que está en búsqueda, reitera el trovador nacional.

En las presentaciones masivas, como las realizadas recientemente en Chile, los seguidores de Sabina parecen decir que el oído piensa. Al escuchar sus textos, reconocen la tradición de los juglares y la oralidad., al oírlos musicalizados y corearlos rescatan el texto del silencio o el encierro de bares y oficinas de trabajo y con ellos se piensan protagonistas de las diferentes historias narradas. El hecho poético se conserva en la canción y en este caso el hecho poético es la cotidianeidad de la vida con sus angustias, sus fracasos y desesperanzas esperanzadoras, pues en la lírica de Sabina habita la crítica a la estupidez y la payasada.

El propio Joaquín Sabina a sostenido que “creo en la canción como género impuro, de taberna, de suburbio; por eso amo el blues, los tangos, el flamenco. Mis canciones quieren ser crónicas cotidianas del exilio, del amor, de la angustia, de tanta sordidez acumulada que nos han hecho pasar por historia...”.

Un, dos, tres Sabinas…

Seguramente por el contexto y su cosmovisión, Sabina participa del mercado que tiene sus riesgos, en palabras de Francisco Villa “el mercado te exige mantenerte vivo, sobrevivir y someterte a sus leyes” Villa dice conocer, por lo menos a diez Sabina que “viven en Chile, Cuba, Guatemala o Buenos Aires, que tienen trabajos muy notables, pero evidentemente, y no le estoy restando meritos al Sabina conocido, nadie los conoce” No todos los Sabina viven en Madrid o en el centro del mundo.

De que el mercado influye, influye. Para divulgar las actuaciones de Sabina no solo se buscó contactar a los fans y hacer difusión boca a boca. Junto con descartarse la confección de afiches promocionales “hubo trabajo con revistas y publicaciones mensuales, se realizaron entrevistas exclusivas para tres
medios del perfil de Sabina: La Tercera, el late show “La Tele y yo” que transmite Televisión Nacional y Radio Cooperativa” resume la productora a través de Pilar Cepeda.

”La reunión con Michelle Bachelet a nivel de promoción claramente fue un plus, ya que fue un espaldarazo que la Presidenta lo recibiera y homenajeara en su calidad de artista internacional” dice Pilar Cepeda, agregando que las actividades personales o las “declaraciones que realice un artista corresponden a su ámbito privado y no se puede prever cuál será el impacto que tendrá en la opinión pública. Al ser Sabina un líder de opinión, músico y poeta es recurrente que se le pregunte de temas políticos, pero sus puntos de vista corresponden a su vida privada”

“Ocho mil personas se reunieron en ambos conciertos de Joaquín Sabina en Chile, sus seguidores quedaron muy conformes y con ganas de que vuelva, y el artista quedó impresionado del recibimiento” dice Pilar Cepeda. Para sus actuaciones solicitó una champaña y un puro determinado que fue de difícil localización. Para el recuerdo de sus seguidores quedaran sus disparatadas frases lanzadas en su actuación, “Confieso que he Bebido, Chicho, caldillo de congrio, La Piojera, Gabriela Mistral”, sus textos poéticos hechos canción, sus empáticas y apresuradas vivencias y el desenfado de su critica.

Crítica desfachatada, desde el individuo. Critica construida como testimonio de la vida cotidiana del hombre y la mujer de nuestra época. Época en que los relatos desde un nosotros, han cedido espacios al relato desde el yo. Y esto será así, por un tiempo que Cronos no puede marcar, pues se mide en subjetividades y utopías. Mientras en las afueras del Teatro Caupolicán, algunos vivieron una frustración más: no pudieron entrar.