8 de mayo de 2010

Inauguran Memorial del MIR en Villa Grimaldi

El MIR nació en tiempos de la esperanza en América Latina. Eran tiempos en que irrumpe la palabra utopía y la palabra sueños. Palabras que por entonces, alentaban el caminar de millones de seres humanos en el mundo. Y si volviéramos a mirar ese pasado, descubriríamos júbilo en los rostros de las multitudes y los labios apretados y amenazantes en las fuerzas conservadoras.

En los años sesenta y setenta en América latina, el signo de los tiempos es la alegría contagiosa y popular que abraza a hombres y mujeres en plena comunión con los más excluidos de la sociedad. Son años en que la solidaridad de y con los desposeídos era mucho más que una palabra, era un sueño a realizar y una practica cotidiana asumida por generaciones de luchadores sociales.

Para la militancia de izquierda, a fines de los años sesenta y comienzos de los setenta, todo lo que ocurría en el mundo y en América Latina, los convencía que el único destino posible era la victoria y el socialismo. Tras esa victoria alcanzable y cercana, eran muchos los que caminaban y luchaban. Estaban: Marx, Engels, El Ché, Cuba, Los Beatles, García Márquez, Violeta Parra y Chico Buarque. En las filas se veían a Bolivar, Artigas, Guillén, Manuel Rodríguez y a los Carrera. Estábamos nosotros.

El MIR chileno, no es el resultado de la acción de hombres y mujeres aislados, ni tampoco es un producto espontáneo o artificial. Cierto es que, tiene un inicio cronológico el 15 de agosto de 1965, pero sus semillas hunden sus raíces en la historia popular chilena y en un tiempo en que clases y capas sociales despiertan a la vida social y política.

El MIR es el resultado de un proceso histórico sólo comprensible en el contexto de nuestro continente latinoamericano. Germina y crece en una época en que sectores populares buscaban y trazaban nuevas vías para realizar la aspiración de transformar el mundo y construir sociedades justas.

En su desarrollo el MIR, en tanto organización política, asume los nuevos desafíos que la historia de nuestro país le traza. Crece en sectores estudiantiles y en los sectores sociales más empobrecidos de nuestra sociedad. Al MIR se incorporan estudiantes y trabajadores, campesinos y mujeres, jóvenes, pobladores, cristianos y soldados. Luchadores sociales, portadores de sueños, Cuerpos en que habitaba la pasión, la vida y la rebeldía.

En 1970 una coalición de fuerzas populares accede al gobierno. El MIR, en pleno proceso de la Unidad Popular y del gobierno del Presidente Salvador Allende, acrecienta su presencia en el seno de los trabajadores y en amplias capas populares. El MIR es parte integrante de una dinámica social y política que rompe con la angustia, el dolor y el pesimismo del individuo aislado y que abre espacios para la realización plena de un hombre solidario.

En una relación de dialogo, con el gobierno popular de Salvador Allende, el MIR solidariza y discrepa, apoya y disiente. Pero siempre actúa bregando por la unidad de quienes aspiran a construir un país soberano, justo y socialista; preservando los intereses que lo vinculan con los sectores más postergados, y sobretodo señalando las agresiones y embestidas que los sectores más retardatarios y conservadores emprenden, desde el primer día, contra el gobierno y los sectores populares. Los tres años de gobierno popular son años tensos y agitados, pero siempre signados por la esperanzas.

El 11 de septiembre de 1973, marca en la historia, la imposibilidad de un pueblo de frenar la ofensiva conservadora en nuestro país y en América Latina. La muerte se impone para acabar con los sueños y oprimir a un pueblo que hasta sólo unos días marchaba dispuesto y confiado en acrecentar las conquistas sociales alcanzadas.

Un nuevo tiempo se inicia. Golpes militares y dictaduras se extiende en nuestro continente. Y en la lucha por resistirlas se entrelazaron y hermanaron nuevas generaciones, que entregaron toda la capacidad humana que se puede albergar. Todas y todos querían vivir para luchar y hacer realidad el pan, el trabajo, la justicia y la libertad.

La agresión dictatorial desata su furia, persiguiendo, asesinando, encarcelando, torturando. La militancia revolucionaria era una opción de vida, identificada con el curso de la historia y con sus exigencias. En América Latina y sus luchas millares de hombres y mujeres cayeron. Centenares militaron en el MIR.

Quienes ya no están, hicieron suya aquella idea de que lo urgente es transformar el mundo. Quienes ya no están hicieron suyas aquellas viejas palabras que hablan de justicias y utopías y caminaron a paso firme tras ellas.

La historia de esas luchas con sus aciertos y errores, la historia de esos hombres y mujeres aún no ha sido contada hasta las últimas consecuencias. De ellos sí ha quedado una marca indeleble en la sociedad. Hoy urge recordar sus nombres, pues sus nombres contienen también la historia de nuestro país, su pueblo y la organización en que militaron.
Ellos que donaron sus vidas por la palabra utopía y la palabra sueños, se merecen muchas más palabras que le den sentido histórico a tanta creación, a tanta entrega, a tanta esperanza.

Ellas y ellos son parte de nuestra historia.

No hay comentarios.: