13 de agosto de 2011

Chile vive días intensos

Chile vive días intensos. Los acontecimientos son tan vertiginosos que cuesta seguirlos. Los estudiantes iniciaron, hace más de dos meses, movilizaciones en pos de educación pública  y ocuparon colegios, universidades y calles desatando con ello la esperanza de que otro Chile es posible.

Desde hace meses que se suceden multitudinarias marchas y múltiples expresiones de descontento social, no sólo referidos a la educación sino que vinculados a los abusos del poder económico que tienen su corolario en créditos usureros, repactaciones unilaterales, injusticias laborales y en las desigualdades  de todo tipo que caracterizan a nuestro Chile actual. Los acelerados días que vivimos ponen en cuestión al mercado y su supuesta mano invisible, ampliándose en la población  las certidumbres de que el modelo económico, sustentado en el predominio del mercado, sólo reproduce desigualdades sociales aberrantes y que las acrecienta. 


Los urgentes y vivos días en Chile han desnudado las limitaciones de la democracia realmente existente. Se constata un  gobierno que ha tropezado en su modelo de gestión, y que oscila entre la administración de una credibilidad muy limitada y los arranques de autoridad desplegando la represión. Asimismo, se evidencia una  crisis de representatividad de las coaliciones políticas y un marco institucional que limita o impide la expresión y  participación de actores y sectores sociales.


Asistimos a un nuevo tiempo, un tiempo en que la población se interesa nuevamente por los asuntos públicos y  por las noticias referidas a la política en el sentido mayor de la palabra. La agenda en los próximos días vuelve a coparse de llamados a movilizaciones, incluyendo una convocatoria a Paro Nacional de 48 horas.

Los estudiantes están conscientes de que su movilización es histórica y cuenta con gran apoyo social. Tienen un norte común: cambiar el paradigma educacional ahora. Y para ello han construido propuestas y una disposición épica que pone en entredicho los procedimientos institucionales, utilizados en las últimas décadas  para la resolución de conflictos. Hoy, en el estudiantado existe una enorme desconfianza con las mesas de diálogo, con las representaciones políticas y con el ejecutivo. En las palabras de Guillermo Petersen, presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción, queda claro su escepticismo cuando dice "nosotros somos los mismos que participamos en las movilizaciones del 2006 y sabemos lo que significa cuando se quiere llevar la discusión al Parlamento y cuando quieren establecer estas mesas de diálogo".

En lo central, la estrategia gubernamental ha sido la defensa del statu quo. Y si bien es cierto, salió del ministerio el UDI, Joaquín Lavín, la disposición gubernamental no ha cambiado. Giorgio Jackson, dirigente universitario, asegura que  el cambio ha sido sólo de forma. “Se  nota que quedó la UDI ahí en el ministerio” señaló a The Clinic, y agregó que, con Felipe Bulnes “la mano sigue firme, porque la respuesta que nos dieron… ratifica explícitamente que ellos no quieren modificar el modelo educacional”.

Por su parte desde La Moneda el presidente, Sebastián Piñera -pese a sus reiterados llamados al diálogo, que más parecen frases realizadas para titulares de prensa- no se ha caracterizado por poner paños fríos a un conflicto que amenaza con prolongarse. Antes había señalado que la educación era un bien de consumo, y pese a las rectificaciones posteriores, siempre quedó la sensación de que sus palabras reflejaron la esencia de su pensamiento. Ahora, Piñera se pregunta "¿cuál es la razón por la cual llevamos 10 semanas con este enfrentamiento entre los jóvenes y la sociedad?  En un intento, por separar a los estudiantes de la población y eludiendo el hecho que, hoy los estudiantes son la representación de amplios sectores sociales  que cuestionan un modelo educacional agotado y que se han desatado demandas democráticas y transformaciones institucionales de mayor alcance y profundidad.

La crisis del sistema educativo es de largo aliento. En la educación básica y media se expresa con mayor fuerza la crisis del modelo, pues está en la base del sistema. Por largo tiempo, los técnicos neoliberales sostuvieron que los problemas ce centraban en la sala de clases, y por lo tanto había responsabilidades de los profesores que había que incorporar mediciones en cuanto a rendimiento todo medido en cifras. Sumado a que la municipalización estableció una clara segregación social. Hoy está claro que la crisis educacional es estructural: la municipalización es un fracaso, las familias chilenas destinan a la educación de sus hijos ingentes recursos de sus magros ingresos, y lo que es peor, se perpetúan las desigualdades.

En lo sustantivo el actual sistema educacional se instituyó en tiempos dictatoriales y se ha administrado por más 30 años con reformas cosméticas sin transformar su esencia. Y es la esencia del modelo lo que está en cuestión. Y a partir de ello, las soluciones  son diferentes. Existen algunos que defienden la esencia del sistema educativo actual. Otros sustentan la idea de una transformación profunda.

En lo inmediato, y en medio de las desconfianzas, se hacen llamados para dialogar y construir mesas de trabajo. Los actores sociales se verán enfrentados a enormes presiones desde el estado y sus actores.  Los grandes medios de prensa insistirán en la criminalización y la represión simbólica caracterizando al movimiento estudiantil como intransigente o destacando los episodios de violencia, sin explicar que éstos tienen diversos componentes: la presencia de provocadores y policías  de civil y también de dinámicas sociales que establecen importantes niveles de impotencia y frustración  cuando las desigualdades son aberrantes e inaceptables.

En momentos en que se realizan encuentros en el sur y norte del país, en los cuales las organizaciones de estudiantes secundarios y universitarios definirán los caminos futuros de la movilización, el diario La Tercera, da a conocer un sondeo de opinión pública donde se muestra un aumento del respaldo a las movilizaciones estudiantiles y un incremento al rechazo de las propuestas gubernamentales. 76% de apoyo a las movilizaciones, 75% señala que el lucro perjudica a la educación y el 65% está en desacuerdo con las propuestas del gobierno.

A estas alturas del conflicto, ciertamente surge la pregunta donde está la intransigencia. Para el sociólogo Manuel Antonio Garretón, en declaraciones realizadas a El Mostrador, “lo que es intransigente es seguir defendiendo un sistema que fue impuesto por una dictadura” y agrega que lo que hacen los estudiantes hoy “es simplemente retomar lo que la clase política no ha podido hacer, ya sea porque algunos defienden el sistema generado por la dictadura, porque otros no fueron capaces de  hacer la transformación por la oposición de la derecha, o porque hay una aceptación e incluso un acomodo y un acuerdo con el sistema heredado (...). Entonces aquí tenemos dos posiciones irreconciliables”.

Garretón en la interesante entrevista de El Mostrador, agrega que  “aquí lo que está en cuestión es cuál es la voluntad mayoritaria y por lo tanto hay que buscar los mecanismos para decidir sobre el modelo político que permita hacer las transformaciones del modelo educacional. No puede haber nada más democrático que eso”.


“Lo que estamos viendo es un impasse entre la intransigencia de un gobierno que quiere mantener un modelo impuesto en dictadura y la ‘intransigencia democrática’ de un movimiento estudiantil que quiere transformarlo. Entonces aquí no hay otra vuelta teórica que un mecanismo que permita resolver, tal como se resolvió entre dictadura y democracia (…) en el plebiscito”, señaló el académico de la Universidad de Chile.

Los días venideros serán decisivos en el curso de las movilizaciones. Todo indica que seguiremos viviendo días intensos.

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