6 de febrero de 2010

Marco derivó en un proyecto más personalista que colectivo

El número 2 en la papeleta electoral surgió tras el inicio de una crisis de representación de la sociedad chilena. – que el actual realineamiento en curso buscará resolver- haciéndose eco de un cuestionamiento severo a la clase política y despotricando hacia todos lados. Su campaña y sus asesores, por conveniencia electoral o complicidad, se dejaron abrazar por los estímulos del duopolio mediático nacional. En su afán de vivir el presente, desdeñaron el hecho de que los ciudadanos y la sociedad traen consigo una historia y que desde allí se piensa, sueña y construye el futuro.

Esa conveniencia de corto alcance y esos olvidos hicieron de su candidatura un verdadero hijo del liberalismo y no de una transformación verdadera. La candidatura de Marco, se fue constituyendo más con aquellos incómodos con el lugar y la distribución del poder en el seno de la propia Concertación. De allí sus ambigüedades y la sumatoria de individualidades.

Las criticas a las elites gobernantes y dominantes, tanto las provenientes de Marco como de sus asesores, no responden a la convicción de hacer presentes real y efectivamente a los trabajadores asalariados, a los trabajadores por cuenta propia, a los excluidos y postergados y a los pequeños y medianos empresarios en la democracia y en un diseño de país de futuro.

Sus críticas a las elites dominantes se circunscriben más a la idea de configurar una nueva elite, y no hacerse cargo de que la crisis de representación requiere de actores sociales colectivos y una mayor participación del mundo social y popular. De allí que sostuviera, entre el cúmulo de afirmaciones, desmentidos y reafirmaciones, que “a una asamblea constituyente se sabe como se entra pero no se sabe como se sale”

8 de diciembre 2009

Publicado en Dilemas: www.dilemas.cl

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