Muchos conciben que el conflicto existe en la sociedad y que éste se manifiesta en las disputas que sostienen distintas clases, grupos o subgrupos sociales. Es decir, los conflictos no se pueden ignorar. Y que en la raíz de estas disputas se encuentran intereses contrapuestos y desigualdades de distinto tipo.
Hay otras visiones que miran la sociedad desde una perspectiva de integración social y la conciben como un espacio en donde es dable reconocer las normas y valores compartidos por individuos y actores sociales. Y por lo tanto, habiendo diferencias y disputas, el consenso es siempre posible y alcanzable.
Independiente de la mirada que se tenga, lo cierto es que, en la práctica social e histórica todos los actores sociales hacen uso de recursos económicos, de apoyo social, factores culturales, de influencias políticas y otros medios para alcanzar sus objetivos.
Entendiendo que es necesario considerar el contexto político-económico y social en que se dan los conflictos, se hace evidente la asimetría existente entre los diversos actores sociales. La asimetría se hace más incuestionable aún, si se consideran los conflictos laborales.
En los últimos meses varios han sido los conflictos laborales por mejoras salariales. Solo un par de ejemplos: el conflicto de los trabajadores mineros de Spence y los forestales con la empresa Bosques Arauco.
Y ambos no son cualquier conflicto si uno considera los actores involucrados: uno es con el grupo Angelini y el otro con la transnacional BHP Billiton. Es innegable el peso específico que tienen ambas empresas en la economía y en la política. Ambos consorcios no solo tienen papeles dominantes en Chile sino que son trasnacionales que tienen un enorme poder y trascienden nuestras fronteras. Ambas pueden sostener huelgas por un lado porque obtienen ganancias por otras vías, ya sea a través de sus filiales y otras empresas vinculadas que operan en Chile y en el extranjero.
La asimetría es enorme. Y lo mismo ocurre con las luchas reivindicativas y salariales de muchos trabajadores del sector público.
La legislación actual obliga a negociaciones por separados, pero distinto sería si los trabajadores, negociaran colectivamente estableciendo acuerdos con los sindicatos interempresas.
Los desafíos que se plantean en lo inmediato, en el campo de la legislación laboral, en los procesos de unidad social de los trabajadores son enormes. Algunos tienen que ver con la táctica y las modalidades que asuma la lucha sindical. Otros retos están relacionados con el modelo económico vigente no tiene en el centro una preocupación real por los trabajadores sino que privilegia al otro actor: el empresarial.
En lo central, todas las movilizaciones de los trabajadores, ya sean públicos o privados, se enfrentan a las políticas neoliberales que aplica el gobierno y al mismo tiempo lo hacen, con una legislación laboral que, en lo principal, le sirve de sustento al modelo. He aquí un desafío mayor.
Noviembre del 2009
Hay otras visiones que miran la sociedad desde una perspectiva de integración social y la conciben como un espacio en donde es dable reconocer las normas y valores compartidos por individuos y actores sociales. Y por lo tanto, habiendo diferencias y disputas, el consenso es siempre posible y alcanzable.
Independiente de la mirada que se tenga, lo cierto es que, en la práctica social e histórica todos los actores sociales hacen uso de recursos económicos, de apoyo social, factores culturales, de influencias políticas y otros medios para alcanzar sus objetivos.
Entendiendo que es necesario considerar el contexto político-económico y social en que se dan los conflictos, se hace evidente la asimetría existente entre los diversos actores sociales. La asimetría se hace más incuestionable aún, si se consideran los conflictos laborales.
En los últimos meses varios han sido los conflictos laborales por mejoras salariales. Solo un par de ejemplos: el conflicto de los trabajadores mineros de Spence y los forestales con la empresa Bosques Arauco.
Y ambos no son cualquier conflicto si uno considera los actores involucrados: uno es con el grupo Angelini y el otro con la transnacional BHP Billiton. Es innegable el peso específico que tienen ambas empresas en la economía y en la política. Ambos consorcios no solo tienen papeles dominantes en Chile sino que son trasnacionales que tienen un enorme poder y trascienden nuestras fronteras. Ambas pueden sostener huelgas por un lado porque obtienen ganancias por otras vías, ya sea a través de sus filiales y otras empresas vinculadas que operan en Chile y en el extranjero.
La asimetría es enorme. Y lo mismo ocurre con las luchas reivindicativas y salariales de muchos trabajadores del sector público.
La legislación actual obliga a negociaciones por separados, pero distinto sería si los trabajadores, negociaran colectivamente estableciendo acuerdos con los sindicatos interempresas.
Los desafíos que se plantean en lo inmediato, en el campo de la legislación laboral, en los procesos de unidad social de los trabajadores son enormes. Algunos tienen que ver con la táctica y las modalidades que asuma la lucha sindical. Otros retos están relacionados con el modelo económico vigente no tiene en el centro una preocupación real por los trabajadores sino que privilegia al otro actor: el empresarial.
En lo central, todas las movilizaciones de los trabajadores, ya sean públicos o privados, se enfrentan a las políticas neoliberales que aplica el gobierno y al mismo tiempo lo hacen, con una legislación laboral que, en lo principal, le sirve de sustento al modelo. He aquí un desafío mayor.
Noviembre del 2009
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