Los aires democráticos, justicia e igualdad que agitan a liceos, institutos y universidades estimulan favorablemente el despertar de nuestra sociedad y revelan un fuerte desgaste del modelo económico y político vigente.
Miles y miles de estudiantes se han movilizado en las últimas semanas exigiendo educación de calidad, un mayor rol del estado y cuestionando el mercado. Sus movilizaciones se oponen a la administración actual cuyas propuestas tienden a consolidar el sistema privado de educación y con ello critican, por extensión, a las administraciones pasadas que se guiaron igualmente por la razón del mercado.
Los jóvenes en estas semanas de protestas han demostrado tener claros planteamientos. Saben que las limitaciones para las verdaderas transformaciones se encuentran en la Constitución, en la institucionalidad política y en los principios rectores de la economía. Denuncian el bajo gasto en educación y que muchos de los recursos del país se transforman en colosales ganancias para las transnacionales. Los estudiantes y sus familias viven en carne propia la dictadura de los bancos, que los mantienen endeudados de por vida
La molestia e indignación que se percibe en los estudiantes tiene su explicación en la percepción creciente de que las vergonzosas desigualdades sociales se han entronizado en la sociedad y el sistema educativo. Lo inaceptable encuentra en el escandaloso fraude y abuso de una empresa del retail su corolario más ejemplificador.
Los días próximos serán los más complejos para el movimiento estudiantil. Se verá sometido al asedio mediático de las autoridades, y al cuestionamiento y la presión de todas las instancias de poder. Es de esperar que sus demandas legítimas y más inmediatas logren éxito. Sería bueno para Chile. En todo caso, con sus luchas, los estudiantes no hacen más que confirmar que la crisis educacional, la injusticia laboral y social tienen soporte en un modelo político, económico y cultural que hay que transformar desde sus cimientos y así, realizar una democracia legítima, real, inclusiva y participativa.
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