25 de junio de 2011

Demandas estudiantiles y justicia social

Los aires democráticos, justicia e igualdad que agitan a liceos, institutos y universidades  estimulan favorablemente el despertar de nuestra sociedad  y revelan  un fuerte desgaste del modelo económico y político vigente.

Miles y miles de estudiantes se han movilizado en las últimas semanas exigiendo  educación de calidad, un mayor rol del estado y cuestionando el mercado. Sus movilizaciones se oponen a la  administración  actual cuyas propuestas tienden a consolidar el sistema privado de educación y con ello critican, por extensión, a las administraciones pasadas que se guiaron igualmente por la razón del mercado.

Los jóvenes  en estas semanas de protestas  han demostrado tener claros planteamientos. Saben que las limitaciones para las verdaderas transformaciones se encuentran  en la Constitución, en la institucionalidad política y en los principios rectores de la economía. Denuncian el bajo gasto en educación y que muchos de los recursos  del país se transforman en colosales ganancias para las transnacionales. Los estudiantes  y sus familias viven en carne propia la dictadura de los bancos, que los mantienen endeudados de por vida

La molestia e indignación que se percibe en los estudiantes tiene su explicación en la percepción creciente  de que las vergonzosas desigualdades sociales se han entronizado en la sociedad y el sistema educativo.  Lo inaceptable encuentra en el escandaloso fraude y abuso de una empresa del retail su corolario más ejemplificador.

Los días próximos serán los más complejos para el movimiento estudiantil. Se verá sometido al asedio mediático de las autoridades, y al cuestionamiento  y la presión de todas las instancias de poder. Es de esperar que sus demandas  legítimas  y más inmediatas logren éxito. Sería bueno para Chile.  En todo caso, con sus luchas, los estudiantes no hacen más que confirmar que la crisis educacional, la injusticia laboral y social tienen soporte en un modelo político, económico y cultural que hay que transformar desde sus cimientos y así, realizar una democracia legítima, real, inclusiva y participativa.

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