15 de noviembre de 2010

¿Y después del G20?

La crisis continúa transformándose sin dejar de ser crisis. En el momento actual  amenaza con convertirse en un guerra de  devaluaciones competitivas que puede derivar en una guerra comercial. Es la llamada “guerra de divisas”.

Primero fue inmobiliaria, después financiera, luego sucesiva y simultáneamente recesión económica, para continuar con  crisis fiscal y hoy es crisis de divisas.

Más de tres años  de crisis, y el ciclo ascendente  se retrasa –lo que demuestra el carácter estructural de sus componentes-  viviendo el capitalismo global una larga fase de desequilibrios sin resolver.

Previo a la reunión del G20, se acentúo la guerra divisas dadas la emisión programada, gigantesca y unilateral de Estados Unidos y  las reacciones declaradas  de los participantes. En el campo de batalla el despliegue de fuerzas era todos contra todos.

Los magros resultados de dicha reunión se reflejan en que nada pudo acordarse en lo inmediato y menos avanzar a soluciones de más largo aliento. Ratificando las dificultades que enfrenta la economía mundial y que tarde o temprano afectaran las economías de todos los países, incluyendo a aquellos que hoy se benefician de los altos precios de sus exportaciones (commodities).

La reunión en comento, no sólo postergó, cual carrera de postas, el debate en torno a las divisas para una próxima reunión a realizarse en el 2011., sino que tampoco adoptó medidas  en cuanto a regular de inmediato a los sistemas financieros, causantes primeros y originarios de la crisis, de modo que no vuelvan a repetir los mismos abusos, errores,  irregularidades  y especulaciones cometidas en el pasado inmediato y que continúan cometiendo.

A estas alturas, la reiterada pregunta creer que es posible que el G20 establezca medidas regulatorias y de control  al gran capital financiero trasnacionalizado parece  una candidez.

En los próximos meses las incertidumbres económicas a nivel mundial se acrecentarán. Portugal reconoce un riesgo elevado; Irlanda vive reocupada; estados Unidos continúa con una cesantía elevada y el crédito que estimula el consumo no fluye; Grecia y España reclaman más sacrificios a sus pueblos;  en fin el litado puede ser extenso.

Si la crisis es mundial y se avizoran tiempo de dificultades, es el momento que nuestra región decida actuar conjuntamente y se proponga objetivos de integración mayores. Un mayor intercambio comercial, adopción de  políticas comunes ante la avalancha de capitales especulativos, avanzar hacia una estructura financiera regional, promover  procesos de producción más diversificados y menos dependientes de la explotación bruta de materia primas  avanzando a procesos de elaboración superiores.

Ese parece  ser el camino que deben recorrer nuestros pueblos. Ello  pese a las resistencias de los poderes de siempre.

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