10 de noviembre de 2010

Continúa "guerra cambiaria"

"Todo el mundo sabe que existe una guerra cambiaria" afirmó el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva  a  días del inicio de la reunión de "países desarrollados y emergentes", G20,  que se desarrollará en Corea del Sur. A renglón seguido el presidente Lula señaló que  en dicha reunión espera discutir la cuestión del cambio monetario.

"Queremos discutir el compromiso de todos los países con la política cambiaria, que satisfaga a todos y deje a todo el mundo en igualdad de condiciones en la disputa comercial", aseveró Lula en un programa radial y agregó que ante las devaluadas monedas de Estados Unidos y China se produce un desequilibrio en el comercio mundial y “necesitamos volver a tener equilibrio”.

La gran pregunta es si la economía mundial -que señala desaceleraciones y no un crecimiento firme y sostenido- alcanzará en un mediano plazo un cierto equilibrio. Todas las señales actuales indican que lo que viene es incertidumbre.

No hace muchos días Estados Unidos, en un intento por incentivar el crédito y la inversión interna, pero simultáneamente provoca una devaluación del dólar y deprime las tasas de interés lo cual genera mayor atracción a las acciones especulativas en los países emergentes.

El presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker expresó su temor porque las medidas adoptadas por Washington provocarán un "aumento de liquidez hacia los países emergentes que estos no podrán absorber. Por su parte el ministro de Finanzas alemán, Woflgang Schäuble señaló que "no es justo que los americanos acusen a China de manipular los tipos de cambio y después le den a la impresora de billetes y rebajen la cotización del dólar".

Ante tantas preocupaciones y críticas, el presidente de los Estados Unidos réplica que "el mandato de la Reserva Federal, que es también mi mandato, es hacer crecer a nuestra economía. Y eso no es solo bueno para Estados Unidos. Lo peor que podía ocurrir a la economía mundial es que nuestro país acabe estancado o con un crecimiento muy débil". Y Angela Merkel, por su parte entra al ruedo, pidiendo un valor razonable de la moneda china y alertando sobre medidas proteccionistas o “"los intentos de dificultar el acceso a los mercados", dicho en sus propias palabras, cuestión que también apunta a los Estados Unidos.

No cabe duda que los pronunciamientos mencionados reconocen la existencia de una nueva fase de la crisis la crisis iniciada a mediados de 2007, que ha tenido diferentes expresiones -incluyendo una recesión- y que hoy se manifiesta en la “guerra cambiaria”.

Las incertidumbres en la economía mundial continúan siendo altas. Y las soluciones perdurables a la crisis económica se dilatan en el tiempo. Cualquier acuerdo respecto a la “guerra cambiaria” en curso debe ser necesariamente multilateral. Y eso no se ve posible hoy. Si antes había fracaso el FMI, en su reunión de semestral reciente, tampoco pudo hacer algo el Banco Mundial. Todo indica que la reunión del G20 no logrará acuerdos sustantivos.

Menos aún si Estados Unidos adopta medidas unilaterales anticipadas, presionado por sus problemas internos y ante todo haciendo gala de una hegemonía cada vez más debilitada.

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