9 de junio de 2010

Un nuevo traspié del gobierno

El gobierno acaba de sufrir un nuevo traspié. Tras la cuenta del 21 de mayo en que había logrado perfilar una propuesta y varias medidas que pusieron a la "oposición” aún más a la defensiva, las declaraciones de Miguel Otero, al diario Clarín en Argentina y su posterior renuncia hicieron trastabillar una vez más al gobierno de derecha.

Quizás, una de las explicaciones del tropezón gubernamental, se encuentra en la presencia inocultable del pinochetismo duro en el seno de un gobierno que preferiría mostrarse como de “unidad nacional”.

Las declaraciones de Otero, en defensa del golpe militar y la dictadura generaron una ola de reacciones y cuestionamientos tanto en Chile como en Argentina.

En lo inmediato, el gobierno intentó bajarle el perfil al asunto, pero la ola era incontenible. El canciller, Alfredo Moreno señaló primero, que las declaraciones de Otero eran a titulo personal y no en su condición de embajador, pese a que la entrevista la solicitó Otero y se realizó en la embajada de Chile en Argentina. Producida la renuncia de Otero, es el propio Moreno el que se contradice. En declaraciones, el ministro señaló que "los embajadores de Chile son embajadores todo el día, sobre todo cuando están en el país vecino, en el cual están representando a Chile"

Las contradicciones del canciller, son demostrativas de las dificultades que vivió el gobierno para resolver una situación tan impresentable.

Pero el pinochetismo duro, en medio de la vorágine de dimes y diretes tuvo más de un vocero. Olvidándose del terrorismo de estado y las violaciones de los derechos humanos que fueron motivo de reiteradas condenas en organismos internacionales y dejando en el tintero el informe de la Universidad de Chile que estableció que más de 19 millones de dólares en las cuentas del dictador no tienen justificación, los pinochetistas hablaron. Uno de ellos, Enrique Estay, diputado Udi, indignado ante las peticiones de renuncia de Otero, señaló que Otero ha dicho grandes verdades, y “no tendría porqué dejar su puesto. Por lo demás, el gobierno no puede aceptar que los mismos que ya ‘funaron’ al Director de Gendarmería pretendan seguir dictando cátedra en materia de derechos humanos”, aseveró el parlamentario UDI.


El gobierno, a estas alturas, lo único que desea es que el episodio se olvide pronto. El sector más duro de la derecha en el gobierno se replegará por un tiempo. A la "oposición", lo de Otero le vino como anillo al dedo, pues "por un minuto" se olvidó de sus propios problemas. En tanto, el efecto anestésico del espectáculo teledeportivo se extenderá por el plazo de un mes. Por lo menos.

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