24 de mayo de 2007

Ley Penal Adolescente

El Congreso aprobó la nueva la Ley Penal Adolescente que entrará en vigencia el próximo 8 de junio. Una modificación de última hora, introducida por la derecha política y apoyada por sectores de la alianza oficialista, endureció las penas en una legislación destinada a los menores entre 14 y 17 años.
La normativa se inscribe, como tantas otras iniciativas, en el contexto de lo que es posible concertar. El consenso establecido soslaya los debates de los temas de fondo y enfrenta la llamada delincuencia juvenil más desde la sospecha y el castigo que desde la responsabilidad que le cabe al modelo económico vigente.
Eludir los debates de fondo es una característica endémica de nuestro sistema político y cultural actual. Agendada por una derecha conservadora que ha tenido la capacidad de orientar los debates en torno a la seguridad ciudadana, la delincuencia y la criminalización, nuestra clase política, encerrada en el parlamento, discute acerca de si la infraestructura carcelaria y de encierro es suficiente o no para albergar a la potencial población juvenil destinataria de la sanción y el castigo.
Nadie se pregunta por las causas que empujan a vastos sectores juveniles empobrecidos a transgredir las normas sociales. Nadie averigua acerca de las consecuencias que provoca un modelo económico tan desigual en la distribución del ingreso y la riqueza. Nadie se interroga acerca de las vidas de muchos jóvenes y, menos, descubren que son violentados en sus familias, discriminados en la escuela y excluidos en la sociedad, razones que explican que muchos asuman como legitimo delinquir, en tanto es la única estrategia de sobrevivencia que les es posible alcanzar.
Ha sido UNICEF, el organismo de las Naciones Unidas para la Infancia, quien cuestionó la indicación que aumentó las penas, señalando que es contraria a la Convención de los Derechos del Niño suscrita por nuestro país. Algunos parlamentarios y organizaciones no gubernamentales, con posterioridad, han reaccionado tímidamente sugiriendo revisiones o vetos a la ley.
Sin embargo, una vez más, el debate de fondo está pendiente. Y éste no es otro que el que señalara Armando Tejada Gómez, poeta latinoamericano, en una canción popular: Hay dos maneras de concebir el mundo. Una salvarse solo y arrojar ciegamente los demás de la balsa, y la otra, un destino de salvarse con todos, comprometer la vida hasta el último náufrago, no dormir esta noche si hay un niño en la calle.
mayo 2007

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